Mucho se ha venido hablando y escribiendo sobre las nuevas manifestaciones de los trastornos emocionales así como se han dado nombres nuevos a sentimientos viejos como el temor, la tristeza, al coraje y la alegría. Podría decirse que una nueva administración en catálogos clínicos ha elaborado a través de un Marketing, renovadas formas de nombrar viejos comportamientos transformándolos muchas veces en nuevas patologías. De ésta forma nos encontramos con diagnósticos de fobias, trastornos de ansiedad generalizados o no, ataques de pánico, depresión, déficit de atención etc.; Trastornos que si bien están relacionados con ciertas neurosis o psicosis muchas veces, han sido redistribuidas como males menores y controlables con una medicación que permite seguir con la cotidianidad, es decir: trabajando, estudiando, haciendo todo aquello que veníamos haciendo hasta ahora.
A groso modo: si podemos reprimir la angustia, podemos seguir la vida normalmente sin exteriorizar lo que estamos viviendo en lo interno. Y me detendré aquí para entrar al centro de lo que deseo trasmitir desde lo que he visto, en tratamientos de éste tipo y desde la Psicología Social como instrumento de medición, análisis e intervención.
NO QUIERO SENTIR (esto…)
Por lo general el primer síntoma registrado es el sentimiento de opresión en el pecho, el ahogo, y en muchos casos el llanto o la hipersensibilidad, bien conocida como ANGUSTIA. Luego de algunas preguntas y pasado el primer impacto por estar hablando con alguien desconocido de algo tan íntimo, aparecen las posibles causas de dicha angustia. Y seguidamente el pedido o la demanda de querer sentirse bien definitivamente. Hay aquí, con respecto a la angustia, más de una teoría, respetables todas, pero que datan de lo teórico, y pocas veces o ninguna refiere a qué es la angustia. La angustia como tal, no su mecanica, o lo que ella representa en relación al objeto. Muchas veces al escuchar de la historia de la palabra en sí, de su etimología, de sus génesis y su raíz, se percibe esa sensación desde otro lugar. Al menos se la puede nombrar y dibujar en la imaginación, como el tránsito de un estado a otro que su a vez tomado desde la primer angustia en el nacimiento, el temor inconsciente de no poder pasar el canal de parto, puede llegar a interpretarse en lo simbólico, que cada vez que se llega a ese estado, se estaría frente a un nuevo nacimiento. Es otra concepción, que al ser práctica y de fácil comprensión ayuda a la hora de poder comprender porqué nos angustiamos frente a lo nuevo, lo desconocido, frente a una nueva acomodación a una misma realidad que se muestra desde otra óptica. Como tampoco habría que olvidar que el cansancio angustia, que no siempre tiene una causa justificada ni mucho menos relacionada con un pasado de experiencia traumática. En todo caso el único trauma que juega es el existencial, el vital. El que nos puso en otra fase del universo.
EL ERROR HUMANIMAL
La letra con sangre entra – dice un refrán de por acá. Quiere significar una amenaza de un futuro doloroso si no hay un aprendizaje por las buenas. Sobre éste y otros refranes se ha edificado el control de los más débiles, con la clara disposición de preservar un dominio naturalizado en todos los ámbitos.
Seguí así, que después vas a llorar - otro maravilloso dicho popular como advertencia a aquellos que según ciertas convenciones sociales no cumplen el mandato. Como si llorar fuera una condena más que un mecanismo natural de saneamiento emocional. Como si la insensibilidad fuera el premio de los más fuertes. De aquellos que se salvarán del hazme reír general. De ahí es que si no funciona la represión social natural intervienen el diagnóstico y la medicación.
VOLVER A LA TETA
(Deprimido o Comprimido ?)
Debido a las crisis económicas mayormente, muchas familias se han vuelto a constituir por razones forzadas y han hecho una adaptación casi violenta a una nueva realidad cargada de frustraciones. La convivencia y el cambio que sugiere la nueva formación entre padres-abuelos, hijos-padres y nietos-hijos generan un terremoto emocional. Aquello construido como identidad familiar propia viene a interpelar y ser interpelada entre educaciones anteriores y difíciles de adaptación con aquellas posteriores más flexibles y de mayor naturalización de la modernidad. Entra en juego la contradicción entre familia unida y familia de recorto y pego. La mamá compitiendo con la nuera, el padre dejando en claro quién es el macho de manada, el niño o niña obedeciendo cuatros mandatos simultáneamente. La perdida de espacio y tiempo redunda en angustia.
Toda esta angustia que opera como señal es, se me ocurre, como la preparación a un nuevo parto pero ya de carácter social. Buscar nuevamente la emancipación, genera, reedita, aquella emoción primitiva en todos los protagonistas de la historia. Se vuelve a pasar por los miedos, ahora un poco más conscientes, por las incertidumbres, las sensaciones de nuevos ataques, de nuevas pérdidas. La soledad que genera el temor al abandono y por supuesto el fantasma inconsciente de la muerte. A esto le llamo el parto social o segundo parto. Y aquí estaría el núcleo de muchos de los síntomas actuales bonitamente etiquetados.