lunes, 2 de mayo de 2011

ANTI - sin - TESIS

Sin un sentimiento animista ni nada que se le parezca, como así contradictoriamente sin otro sentimiento, desarrollaré sobre una idea que tomó cierta forma hipotética.

Por aquellos años en los que estudié entre otras cosas Psicología Social, me detuve sobre un tema en particular que es causa y efecto en la construcción de subjetividad; Me refiero a los Organizadores de la Vida Cotidiana: La Familia, el Trabajo, el Tiempo Libre. Evadiré como todo mal escritor y peor Tesista desarrollar sobre estos ítems, dejando libertad al pensamiento, para no perder tiempo e ir directamente a lo que deseo llamar Nuevos Organizadores enfrentados, producto de ésta realidad presente aquí, ahora. El objetivo, la intención es darle una vuelta a los conceptos y así generar una escena para este nuevo espectador, dejando de lado la transición, que todos vivimos inexorablemente, que todos percibimos y ubicamos en lo cotidiano, con nuestros aprendidos mecanismos de comprensión, de normalización, de encastre tan necesarios para la sobre vivencia en un medio que nos va dejando cada vez más desprovisto de esa capacidad de sorpresa tan necesaria para improvisar rápidos acomodos frente a lo que nos desborda, eso llamado ligeramente Realidad.
Estos Organizadores que nombraré contraponiendo los ya citados son: El Desempleo, Constelación Inmediata, El Aburrimiento.
Organizadores que cambiaron las reglas y por ende la construcción de subjetividad.

TRABAJO Y FAMILIA
El desempleo, el autoempleo, la artesanía y debido a ello el requerimiento de nuevos horarios y formas de ingresos económicos trajo consigo el alejamiento de las figuras parentales más inmediatas, provocando alejamientos, sentimientos de abandono, frustración. Emergiendo desde esta crisis socio-económica-personal, un silencioso matriarcado que fuera destinado desde hacía siglos a la crianza y a la vida domestica, y fue creciendo un nuevo modelo familiar, forzado por la realidad, provocando una profunda herida narcisista en donde el hombre, antes proveedor, patriarca y rey, se halló despojado de todo aquello que lo investía de autoridad.

ABURRIMIENTO
Con el derrumbamiento (derrocamiento en el más cierto concepto al nombrar lo sucedido) de esta Legislatura, surgió una nueva sensación, aunque olvidada sería más fidedigno decir, de libertad. Los niños y adolescentes estuvieron por primera vez en el umbral de una autonomía desconocida pero que carecía de modelos primitivos de identificación humano. Y como si fuera un recurso del pensamiento mágico estos jóvenes se fueron volviendo violentos, enojados por la sensación ambigua de abandono y libertad. Se sintieron angustiados, desprotegidos y frente a un nuevo modelo de nombre Play Station donde la lucha y la sangre derramada del vencido hacían del héroe vencedor, dictaminando a través de la lúdica una forma casi única en la primera apreciación de conformar el principio de placer.
Acto seguido, habría que pegar aquello aprendido en lo simbólico; aquella aventura del héroe del San Andreas o en su defecto del GTA a la realidad de la escuela, segundo laboratorio vital. Ese modelo donde el robo y la violencia daban un poco de identidad fue adquirido como único vehículo a una segura supervivencia.
Por otro lado y, bajo responsabilidad absoluta de los adultos referentes, esto nos transportó en una especie de esquizofrenia nostálgica, a un viejo sueño de anarquía dormido en el inconsciente del inconsciente. A causa de esa regresión vimos una proyección sobre nuestros hijos operando casi como una bendición. Redimirían ellos y su rebeldía, años de represión vivida por nosotros y causada (por supuesto) por aquellos otros, llámense políticos, teólogos, instituciones de cualquier tipo que tenían como último objetivo el control social.
Ahora si seríamos libres a través de nuestros hijos.
Pero a la vuelta de cada sueño, de cada fantasía, hay un despertar. Y aquella nueva orden plasmada hoy en el comportamiento de nuestros jóvenes había dado una nueva vuelta en el espiral. Esta fantaseada anarquía no estaba organizada como la del sueño primigenio; era una orden pura, caótica, sin organización estatutaria, sin objetivo superior; simplemente era el desconocimiento de casi toda norma, de casi toda rectoría. Ya no habría familia, institución educativa ni estado, que comprendiera esta horda de chicos que se traían algo entre manos y no se sabía que era.

LO NUEVO/VIEJO/NUEJO/VIENO
Al fin y sin perjuicio del amor y la comprensión, habíamos generado como sociedad un nuevo enemigo, depositario de nuestro sueño nuevamente frustrado. Al fin, ya sin sentir orgullo de nuestra obra, de nuestros hijos, de la promesa de un mundo mejor, comenzamos a perseguirlos en medio de una confusión, elevando discursos pacifistas disociados del deseo y del mensaje corporal; comenzamos a perseguirlos en medio, digámoslo con toda las letras, una neurosis , paralizante, de rasgos obsesivos.

REGRESO DE LA PSICOSIS (o expresión de un deseo)
Esta crisis, este cambio en la percepción, nos reeditó olvidados mecanismos; este estado alerta, angustioso, redundó en trastornos de pánico; fuimos una vez más aquel hombre enfrentado a la oscuridad del no saber, de la noche y la consciencia, en aquella caverna.
Fenómeno que va logrando paulatinamente, un mirarnos en nuestra interioridad, un volver a casa, un reencontrarnos con un otro olvidado; redescubrirnos un adentro y un afuera interrelacionándose, dialécticamente, transformándose en algo más que una suma de las partes; Y va promocionando luego de siglos de desencuentros y desconocimientos un aprehendernos nuevamente a la esencia del ser total, antes negado.
Parece que el llanto nos está lavando la cara, la mirada. Que detrás de la noche sospechamos un día luminoso, de tarea, de reparación. Quizá una reconciliación con el espíritu; Ya hemos probado con el hombre y sus leyes, lo hemos hecho con el gurú y sus rituales, también con el psicólogo y sus interpretaciones; quizá y solamente digo que quizá vaya siendo tiempo que lo hagamos con el humano en su dimensión integral; Con ese otro que está ahí esperando que le demos una señal, una confirmación, un guiño directamente al alma, a la emoción, para poder salirnos del vacío existencial al cual nos hemos venido condenando, cruel, sádicamente, sin siquiera el beneficio de arrepentirnos, de perdonarnos, sin siquiera la última fianza: Amor a nosotros mismos.  
(en desarrollo)